Todos los lunes los distintos medios de comunicación nos informan, entre otros diversos temas, con el número de fallecidos ocurridos en las carreteras españolas durante el fin de semana.
Una autentica sangría.
Es un número espeluznante que se incrementa cuando concurren festivos junto al fin de semana que lógicamente invitan a salir de nuestro entorno cotidiano y lanzarnos a la carretera y no quiero ni pensar en esas famosas “operaciones salida y/o entrada” cuando esos mismos números se multiplican.
Si fueran solo eso “números” la noticia no tendría más relevancia, lo dramático es que junto a esos “números” van inexorablemente unidas verdaderas tragedias humanas.
Estos datos los percibimos con frialdad, a no ser que, por desgracia, nos afecten de cerca, pero si no es así a malas penas les prestamos atención: “75 muertos durante el puente de agosto” podemos llegar a escuchar o leer sin apenas pestañar. Con esta afirmación que es odiosa como todas las generalidades no considero que nos estemos deshumanizando ¿o quizá sí? El lector tendrá sus propias conclusiones, pero empieza a ocurrir y sí me alarma que lo que podría ser excepcional deja de serlo para convertirse en cotidiano, lo cotidiano pasa a ser normal y, la normalidad, pasa por nuestro lado y no la percibimos.
Sea como sea, las cifras, estas cifras son una sangría humana que no respeta ni a mujeres, ni a hombres ni a niños, estos últimos, verdaderos inocentes.
Este artículo no pretende ser crítico, a la inversa, entiendo que las cifras nos hacen alentar mejores perspectivas porque esos números son cada vez más positivos: Año 2006, 3.015 fallecidos; año 2007, 2.741 fallecidos, año 2008, el último, 2.181 fallecido, en sólo tres años hemos logrado llegar a cifras inferiores a las del año 1965, hace 44 años, en plena dictadura franquista y con un parque automovilístico que entonces era 15 veces inferior al actual. Es un logro de todos, porque entre todos lo estamos consiguiendo, son 824 víctimas menos en sólo 3 años, no lo olvidemos 824. Todos debemos felicitarnos, nosotros los conductores como protagonistas, la Dirección General de Tráfico por su empeño y sus campañas de concienciación, la mejora de la red viaria, más kilómetros de autovías, mejores vehículos y más seguros, y sobre todo deben felicitarse esos 824 ciudadanos que bien, uno de ellos, podrías ser tú o yo.
No quiero ser pesimista, al contrario, soy optimista porque en nuestras manos está, lógicamente hay y existirán accidentes inevitables, pero ¿Cuántos se podrían evitar si respetáramos las señales de circulación, los límites de velocidad, no consumir alcohol y/o drogas, si nos leyéramos los prospectos de ciertos medicamentos y nos pusiéramos siempre el cinturón y el casco hasta en los desplazamientos más cortos? Siento ser repetitivo: en nuestras manos está.
No quiero obviar unido a lo dicho anteriormente que los buenos resultados que entre todos logramos año a año, están relacionados con los cambios normativos llevados a cabo a través del Permiso por puntos, la Reforma del Código Penal, el menor tiempo medio de notificación de las denuncias, además del mayor uso del cinturón de seguridad, la reducción a la mitad de positivos de alcoholemia y el control y disminución de la velocidad media de circulación.
¿Está o no en nuestras manos?
La semana que viene haré recuento y no quiero que faltéis ninguno, ni siquiera yo…
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